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Entreteniendo a los pobres


Este título se lo he robado a un amigo. Quizás les sorprenda. A colegas de profesión, quizás les resulte  insultante o vehemente. Pero a los pobres, a las precarias, a los desempleados, a los inmigrantes, a los negros y demás colectivos que llamamos sin pudor alguno “desestructurados”, quizás no tanto. Y es que quienes nos dedicamos a eso tan atrevido como es la “intervención social” llevamos tiempo colaborando con este entretenimiento que desactiva toda insurgencia.  Porque llevamos tiempo gestionando la pobreza  como buenos guardianes del orden neoliberal.
Quienes trabajamos en los Servicios Sociales no tenemos el reconocimiento que tienen los médicos, los bomberos, las enfermeras o las docentes. Más bien no lo tenemos; ni social ni político. Pero lo buscamos. Muchas veces en la niebla. Y así nos va. De esta profesión se sospecha por intrusiva, fiscalizadora o poco empírica. Sospechan sobre todo nuestros usuarios a los que no nos atrevemos a llamar ciudadanos a secas. Porque cuando estamos con ellos y ellas les ofrecemos más bien poco. A lo más un intercambio de cromos: yo te tramito la Renta Garantizada, una ayuda de emergencia o cualquier otra prestación a cambio de tu movilización, de tu activación, de tu autorresponsabilidad, de tomar tu vida en tus manos. Que esto queda muy bien. Como si esa vida robada no tuviera responsables ajenos a ti. Y desde una pedagogía del déficit, el tuyo, te animo a que hagas cursos de autoestima, de habilidades sociales, actitudinales, de inteligencia emocional, de competencias profesionales, de búsqueda activa de empleo. Para qué: pues para gestionar tu propia pobreza. No pares. Actívate porque tu precariedad depende de ti. Busca sin cesar esa inserción laboral que nunca llega. O si llega es de muy poca calidad para tanto esfuerzo. Y así entretenemos a una clase a la que han robado la ciudadanía sin preguntarnos por los responsables de esta carnicería.


 Articulo publicado en Noticias de Navarra el 22 de enero de 2018

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