Dijo Italo Calvino que tuvo que escribir el inicio de esta novela diez veces. No porque no se inspirase, sino porque el guión mental que exigía la estructura de su obra requería de un lector de novelas imaginario que "por vicisitudes ajenas a su voluntad, no consigue acabar".
Suelo empezar esta novela la primera noche del invierno. Lo llevo haciendo años. No la acabo de leer nunca para empezarla de nuevo cada primera noche del invierno que se estrena. Y la sensación es la de empezar un nuevo viaje cada 21 de diciembre. Cada año recuerdo las sospechas, las sensaciones, las manías, los miedos o las reservas al comenzar, otra vez, Si una noche de invierno un viajero. Porque cada año el mantra del inicio es purificador: "estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida..."
Cada año, la noche del 21 de diciembre Italo Calvino nos ofrece la oportunidad de cumplir años como si el tiempo no hubiera hecho mella en tu rostro.
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