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La otra desconexión


¿Qué extraña pulsión nos hace contestar un email o un whatsapp a las cinco de la madrugada, en medio de la noche? ¿Qué nos hace estar en permanente tensión y contacto, en pie de guerra, sin tregua, a todas horas, sea de día  o de noche, en el cielo o el infierno, en las cimas, en medio de una cena, mientras nos besamos, sea aquí o en el Kalahari? ¿ Qué nos ha pasado que la vida es imposible sin estar conectados, sin sentir el fogonazo vibrante de nuestro móvil, sin responder de inmediato a las órdenes que nos llegan cada cinco minutos? ¿Qué nos ha pasado a gentes que nos creímos dueños de cada acto sublime y cotidiano  de nuestras vidas?  ¿Qué nos ha ocurrido para sucumbir ante el imperativo digital, ese que ya sólo pregunta dónde estás en vez de cómo estás?
Sé que esto se lo plantean, porque es abrumador. Que lo han pensado, dado vueltas y más vueltas. Quizás hayan pensado en la insumisión digital. O quizás lo hayan dejado por imposible. Como una derrota merecida de nuestro tiempo. Pero esta nueva forma de movilización total y gratuita, porque de esto va la cuestión, tiene su cosa.
 Maurizio Ferraris, ha escrito un librito cargado de ideas para identificar nuestra dependencia digital. Se titula “Movilización total” y es pura dinamita contra esta nueva dominación y  responsabilización permanente a que nos obligan los dispositivos móviles. Un libro que se pregunta por qué lo hacemos: escribir, contestar convulsivo, llamar, decir dónde estamos, preguntar dónde están los otros, mandar fotos estúpidas y hasta enfadarnos si no hay respuesta.  Por qué exhibimos impunemente nuestro narcisismo. Y es que cada día mandamos sesenta y cuatro mil millones de mensajes. ¿Qué nos decimos?. Poco importa el contenido. Pero sí lo que supone esa  movilización que generan los aparatos de dominación de la intencionalidad. Así los llama Ferraris. Léanlo y atrévanse a desconectar. Ahí empieza una nueva insumisión.




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