El Roto |
Aquellos
patronos habían crecido con el Libro Rojo
de Mao en una mano y El Capital de
Marx en la otra. Pero no tuvieron escrúpulos para firmar el despido de
veinticuatro trabajadores y trabajadoras con el espíritu de la Reforma Laboral de don Mariano. Aquellos patronos rojos tenían
buen corazón. Habían vivido en el firmamento de la épica revolucionaria durante
años. Eso decían. Por eso montaron varias empresas solidarias. Para demostrar
que también el neoliberalismo tenía sus ventajas. De ello vivieron durante
años. Pero cuando llegó el momento de dar el do de pecho, ese que se nos exige
para estar a la altura entre lo que decimos y luego hacemos; recularon y buscaron
otros culpables a la hora de interpretar sus contradicciones.
Les
hablo de Anafe, una entidad social
imprescindible, y referencia pionera del denominado Tercer Sector. Una
fundación dedicada al apoyo y la incorporación sociolaboral de la población inmigrante en Navarra desde hace
25 años. Anafe es eso. Pero también una marca comercial de CC.OO.
Estos
patronos, acostumbrados a moverse entre la subalternidad y la cooptación, se
dicen gente de orden, combativa, referencia sindical y todo lo que quieran
añadir. No les discuto nada. Pero estos jefes rojos, a quienes uno imaginaba con
superávit de conciencia de clase y master en solidaridad obrera, me sorprenden.
Porque a la hora de enfrentarse al mercado, las leyes del capital y la gestión de
resultados, se comportan como vulgares
capitalistas disfrazados de neoliberales de buen rollo. Por eso dicen, en
contra de lo que piensan sus currelas, que Anafe no es viable. Porque piensan
como aplicados alumnos de Milton Friedman. Por eso firman despidos a cuenta
pública.
Ya
ven qué poco cuesta parecerse a los neoliberales de Gamesa, Faurecia o TRW. Y
es que a la izquierda hay que distinguirla por sus actos, no por su discurso.
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