Ayer se cumplieron diez años del referéndum
1-O por la independencia de Catalunya. Aquel día marcó un antes y un después de
la llamada Postransición española. Aquel día la gente no pudo votar como
hubiera querido. Pero votó. Con tensiones, emociones, cargas policiales y casi
400 heridos. No se validó el referéndum, pero se confirmó un imparable
movimiento secesionista. La gente salió a la calle y se plantó frente a don
Mariano y sus cuarteleros. Don Mariano, que nunca movió el músculo de la negociación
sino el de la negación, dimitió neurotizado. El 1-O cavó su tumba política.
Como la de otros muchos políticos de ambos lados de aquella mediática consulta.
Catalunya
no pudo demostrar los síes a la Independencia. Para mucha gente no fue
determinante. Ya se habían ido tiempo atrás. Así que nueve meses después, el
siete de julio de 2018, se proclamó la Independencia catalana tras unas
elecciones plebiscitarias en la que los partidos catalanes obtuvieron un amplio
apoyo internacional. Aquello generó una gran crisis de Estado pues el Tribunal
Constitucional fue reprobado en la mismísima ONU. Aquel referéndum forzó
elecciones generales en 2018 tras dos huelgas generales en España. De ellas
salió formalizado un gobierno de coalición entre el nuevo Partido Social
Federalista y el Partido Radical de los Pueblos de España (refundación de
Podemos). De aquellos lideres ya no queda ninguno en activo. Pero aquella escapada
catalana les obligó a renunciar a la soberbia. Y libres de la monarquía,
abolida en 2021, afrontaron un nuevo frente de fugas. Porque Euskadi, tras la
independencia catalana, vio suprimido su Concierto económico. Aquello articuló
un proceso soberanista protagonizado por un PNV posnacionalista con el apoyo de
EH Bildu, partido hoy reconstruido en EAI (Izquierda Vasca Independiente).
Juntos abrieron en 2024 otra línea de escape en aquella
España donde el futuro solo nos esperaba para inmolarnos.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el día 2 de Octubre de 2017. No hubo 400 heridos, sino casi 900, según fuentes de la Generalitat. Y un tal Rajoy, negó, como un tal Judas Iscariote, que allí nunca corrió la sangre.
Para Rajoy el desastre del Prestige solo eran unos hilillos de plastilina.
ResponderEliminarHarta de tanta manipulación mediática me alegra encontrar esta futura noticia, es acertada y bien encaminada.