John Willians (1922-1994) |
En medio de tanto
fango, de tanta insolencia liberada por los sicarios del cinismo; cuando la
verdad ha sido vampirizada y la Justicia se inmola en una barraca de feria, un
libro te puede librar de todo este estercolero. Y hasta limpiarte el alma de
tanta inmundicia. Un libro que, al leerlo, uno puede reconocer su propia
biografía. Porque “Stoner” de John
Willians (1922-1994) nos habla de todas las renuncias y saldos pendientes con la
vida. Un libro donde resuena el fracaso, pero su eco provoca una inmensa
lucidez. Como las aguas curvadas por la nieve. Y me dirán que los tiempos ya
son lo suficientemente negros como para rebozarnos en lecturas que nos ponen contra las cuerdas.
Que la vida hay que vivirla, que son tres días y dos lloviendo. Les digo, por
mucho empeño que pongan en ver la botella medio llena; como dice Juan Tallón,
da igual qué hayas hecho con tu vida, es tu creación y tienes que hacerte cargo
de ella sin aflojar la corbata para respirar. “Stoner” es la historia de un
profesor universitario que conjuga una vida de empeño con múltiples decepciones.
Alguien cuya vida es pura chatarra acumulada a golpe de honestidad. Un experto
en decadencias que sabe que el dolor de la renuncia es su salvavidas diario.
Este tiempo desutopizado
y ligero no soporta ni la decepción ni la renuncia. No haré aquí apología de
ello, pero me gusta oír a Scott Fitzgerald cuando dice: “Hemingway habla con la
autoridad que le da el éxito. Yo hablo con la autoridad que me da el fracaso”. Y
es que convivir con el fracaso te puede convertir en un neto triunfador. En medio
tanta comodidad, indiferencia y relajación interior, leer a John Willians nos pone
los pelos de punta. Pero en él encontramos un oasis de felicidad. Una serena placidez para sobrevivir al naufragio
de cada mañana.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el 13 de marzo de 2017
Comentarios
Publicar un comentario