Si la izquierda
tiene una obligación, esa es pensar mejor que la derecha. Innovar más allá de
la proclama. Atreverse a retorcer el pensamiento sin miedo a la tumoración
cerebral. Verán, este ayuntamiento
pretende hacer un aparcamiento en el solar de Santo Domingo. Justo ahora que la
ciudad apuesta por proyectos de movilidad sostenible y hasta con un área de
Ecología Urbana. Pareciera que aquella izquierda que peleó por frenar una de
las mayores perversiones urbanísticas de la ciudad, el aparcamiento de la Plaza
del Castillo, se haya olvidado de sí misma. De conjugarse con los prefijos eco y anti. Aquella lucha por
liberar a la vieja Pompelo fue una
rebelión popular contra una manera de hacer o destruir la ciudad. Pero quizás,
los rastros de esa lucha se hayan ido por el sumidero del olvido. Y pareciera
que esta izquierda, más que un aparcamiento quisiera levantar una escombrera de
renuncias. Me dirán que se ha consultado a la ciudadanía, un gesto que blinda
casi todo. Ya les digo, saldrá que sí. Porque todo dios quiere el coche al lado
de su casa. Confirmando así nuestro individualismo posesivo, nuestras prácticas
de consumo tan poco sostenible. Me pregunto si no cabría plantearse la
municipalización de los aparcamientos del centro y su reversión pública. Me
pregunto si el nuevo aparcamiento será equitativo cuando una plaza en propiedad
costará 15.000 euros. Sepan que hay un 13,4% de
población del Casco Viejo en situación de pobreza que por defecto queda
excluida de muchos equipamientos. Y con esto reproducimos exclusión de lo
común. Y me pregunto por qué seguimos agujereando la ciudad como un queso
gruyère, como si no hubiéramos aprendido nada después de tantas luchas
ecológicas de las que tanto presumimos. Pues eso, que a la izquierda hay que
distinguirla por sus actos, no por sus discursos.
Artículo publicado el 6 de marzo de 2017 en Noticias de Navarra
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