Ir al contenido principal

Incertidumbre


Acabo de leer "Incertidumbre", de Paco Inclán, un editor de libros, un investigador de asuntos que no vienen al cuento o inútiles, un friki vaya. Un zurdo enamorado de las cunetas de la ficción, un tipo viajado al que el viajar solo le va si el viaje se hace un hueco en su interior y lo deja con ese amargo sabor de la resaca,  un tipo que experimenta con sus propias neuras que son las de todos: el tiempo, el espacio, las palabras, las geográficas dispersas, los sonidos, los personajes de los lugares y los lugares de los personajes, los lenguajes, las literaturas y las metaliteraturas de barra de bar. Uno lee a este tío -con todos mis respetos tocayo- y se da cuenta que, entre la realidad y la ficción ni siquiera hay un relato que lo engarce por una cadena de palabras más o menos ordenadas, no. Solo hay una voluntad por dejarse asignar. Y que lo que llamamos realidad - o lo que sea, vaya usted a saber-  nos vaya devorando hasta hacernos parte de un contexto. Y sí, tiene un poco de situacionista cuando aboga por la psicogeografía, un palabro malsonante, quizás hasta cursi y atrevido, pero que ni él se lo inventa ni es nuevo.  Y si usted se atreve, hasta llegue  a comprender su utilidad. Pero  el tal Inclán la clava en una población rural gallega a la que se largó en busca de ese sentir que dice que  la geografía habitada nos hace carácter. Léanlo, solo por salir de sus propias certidumbres. Por darse una alegría en medio de tanta mediocridad, salvo si vas a tiro fijo. Es como un viaje a varios viajes que terminan en un lugar insospechado. Y todo para buscar esa intimidad, esa explicación del porqué la vida juega de una manera con unos y con él pasa de largo. Quizás a usted le pase. A mi me pasó leyendoIncertidumbre

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Vila-Matas no invita a la lógica

Vila-Matas es un tipo desconcertante. Pretende desaparecer, hacerse invisible, pero no lo consigue. y mira que ha insistido en ello. Pero lejos de ello, se hace más presente. Y  es que  esa desaparición pasa por la propia transformación de su mundo literario. Por el vaciado de su propia materia prima textual. VM ha iniciado, creo,   la última parte de su carrera de fondo  literaria con su ultima aportación. Y espero que tenga su recompensa. Para algunos críticos, VM es un escritor escorado a ninguna parte, excepto hacia su propio mundo interior, eso sí,  sin llegar a ser un pedante del lirismo estético individualista. Otros, alguno de mi provinciana ciudad sanferminera, le achacan de postmoderno colaboracionista de la fatuidad de la literatura sin compromiso. Nada más lejos después de leer su última novela. Si es que es novela. Tras la lectura de esta obra, me siento más vilamatiano que nunca. Por una razón muy simple. Este tipo me habla al oído, susurra c...

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorado...