Foto: Navarra elespañol |
Oigo que las currelas de Capabro le han plantado cara a
la Dirección de este súper, y me he venido arriba. De repente la clase
obrera, aunque sea disociada y episódica, es noticia. Y es que un grupo de trabajadoras
se planta ante el despido de dieciocho compañeras. Un acto de otro siglo frente
al obrerismo desclasado y el sindicalismo desnortado.
Suelo comprar en Caprabo cuando no lo
hago en las tiendas del barrio. Este sitio me cae bien. Y me jode que lo
cierren debido a presiones de otros tiburones de la especulación mayorista. O
quizás porque nuestro consumo irresponsable, comprando merluzas a tres euros,
rompe la cadena de sostenibilidad del mercado justo. Y eso influye, aunque
usted no lo vea, sobre las relaciones laborales por la grieta más débil: la
mano de obra precarizada y necesaria para sostener precios y salarios basura.
Imagino
además que entre las socias cooperativistas y los currelas a pie de nómina, no
será fácil coincidir en intereses y voluntades. Así son las nuevas divisiones de
clase. Los que cobran paro contra los que no cobran, los fijos contra los
eventuales, los que no perciben ayudas sociales contra quienes sí lo hacen, los
de dentro contra los de fuera. Aunque a ambos nos explote el mismo
trilero. Pero a lo que iba. Que les
animo a demostrar la solidaridad y el buen rollo del que tanto presumimos. Porque
estas mujeres, si esto no se arregla, irán a la huelga indefinida. Y aunque
sean pocas, dicen que son bravas frente a quienes quieren ahogarlas en las
aguas de la precariedad. Y aunque nos vendan la moto de la recuperación,
acuérdense de los costes olvidados. Acuérdense Faurecia, de TRW, de los 2.483
trabajadores regulados en Navarra y de los 521 despedidos del pasado año.
Acuérdense de esto aunque el carnaval disfrace la realidad. Porque la decencia común
no puede ser un remoto recuerdo.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el 27 de febrero de 2017
Lo que hace años nos parecería normal hoy nos asombra.
ResponderEliminarEncontrar esta noticia en medio de tantas otras que son banales y que ocupan portadas o las que matan poco a poco la esperanza y nos van convirtiendo en autómatas sin capacidad de decisión.
Bien por las trabajadoras de Caprabo.
Un saludo