El 6 de enero este periódico decía: ”El
número de manifestaciones desciende un 24% desde el cambio de Gobierno. En el último año
de Barcina se registraron 4.846 protestas, por las 3.686 que se han dado hasta
ahora con Barkos. Si las
manifestaciones pueden ser un buen termómetro del descontento de la sociedad,
los datos de las movilizaciones que se producían cuando gobernaba Barcina en
comparación con los que se registran bajo el gobierno de Uxue Barkos ofrecen
una lectura clara: la ciudadanía navarra tiene una menor necesidad de salir a
la calle”.
Pues qué quieren que les diga, a mí este titular del momento
bucólico-pastoril que supuestamente vivimos me preocupa. Alardear de esta Pax
foral es el síntoma más grave de nuestra sumisión. Sea quien sea el
mandamás de nuestras vidas. Si dejar de tomar las calles es un indicador de
satisfacción social, yo me bajo en la próxima. Porque renegar de la calle es
renegar de la victoria colectiva. Porque la calle sigue siendo el escenario del
combate. Gobierne Barkos o Barcina. Porque sigue habiendo razones para
disfrazarse de lanzallamas y abjurar de
los bomberos sociales. Porque hay motivos
para asaltar, no ya los cielos, sino los infiernos que millares de
personas sufren a diario. Hay 10.200 hogares en Navarra que tienen a todos sus
miembros activos en paro. Alrededor de 38.000 hogares están sostenidos por
pensiones. Solo el 2,55% de los contratos firmados en Navarra en 2016 fue fijo
y a tiempo completo. Hay 56.400 pensionistas que cobran menos de 700 euros al
mes. Y sigue habiendo desahucios, impagos de alquiler y cortes de luz y de gas.
Pero todo ello se vive de manera privada. Porque el conflicto ha desaparecido
de la calle. Y nos alegramos afirmando que la mejor dominación del
neoliberalismo es aquella que nos hace sentir jodidos pero contentos.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el día 16 de enero de 2017
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