Estela de Festa y Rústica (Pamplona-Iruña) |
Si usted pasea por uno de los lugares más
bellos de la ciudad, la Ronda del Obispo Barbazán, puede que se acerque a la
Plaza del Arzobispado. Allí , en un pequeño jardín lateral, este Ayuntamiento ha decidido recordar a
cuatro pamplonesas que vivieron en el siglo
II de nuestra era: dos de ellas, Festa y Rústica eran hermanas y quisieron
dedicar con su dinero una estela funeraria que recordara a Stratia y Antonia,
parientes suyas.
Este Ayuntamiento
ha querido recuperar el nombre de estas mujeres para la historia de la ciudad
porque Iruña también tiene nombre de mujer. Y no, no se trata de una moda. No
se trata de un gesto de buenrollismo histórico. Se trata de restaurar una
historia contada a medias. Una historia tuerta.
Desde la
Pompelo romana de estas mujeres e incluso más atrás, desde el núcleo vascón de
Olcairum a la actual Pamplona, centenares
de miles de mujeres han paseado, criado, trabajado, vivido, pasado hambre,
guerreado y muerto por las calles que
usted conoce de sobra. Por esas calles que usted ahora vive como suyas. Pero la historia de esta ciudad,
si bien ha tenido ilustres cronistas, necesita volver la vista atrás para
rescatar esas voces silenciadas. O cuando menos esas voces no escuchadas.
Y es cierto
que ha habido intentos de resetear esta memoria, de incorporar voces, pero
falta encarar esa gran historia universal de las mujeres de Pamplona que,
aunque pareciera, no es ajena a la
historia de los hombres. Es y debe ser una
historia complementaria con visión de Género. Porque no hay una historia de hombres y otra
de mujeres. Hay una historia común que no ha sabido, o no ha querido,
incorporar las gestas y la memoria de esas mujeres sin la cual no es
posible entender el pasado de esta ciudad. Sin la cual, esta ciudad viviría a
medias su presente.
Artículo publicado en Noticias de Navarra el día 19 de diciembre de 2016
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