Aquel tipo era el baranda de Lear Corporation y había roto su matrimonio con Faurecia. Tenía respuesta para todo, aunque
le cambiaran las preguntas. Y dicen también que firmaba despidos al son Closing Time, la vieja canción de Cohen. Y es que este cierre de
persiana de Faurecia es el ejemplo más irracional del nuevo capitalismo sin alma. Ingeniería de la
codicia llevada al extremo. De cómo el capitalismo canalla nos ha ganado la partida. Pero no hay que sentirse
culpables. Los currelas de Faurecia han dado el do pecho hasta la extenuación,
han explorado todas las vías posibles, han negociado, renegociado, rendido
cuentas y puesto su pasado, presente y futuro a disposición de este capitalismo mesetario. Porque
no es gente que se haya rendido o
desertado. En ello les iba la vida. Pero no ha sido posible. Ni con el
Séptimo de Caballería hubieran ganado la batalla. ¿Por qué? Porque la verdad
estaba ausente de la mesa de negociación. Porque Faurecia ya había firmado su
sentencia de muerte como mal menor. Porque detrás de este acto final hay un banco de tiburones que por la mañana
comulgan y por la tarde firman sentencias de muerte. Así es el nuevo
capitalismo de extracción. No obedece a razones. Es un capitalismo que ya no
gana explotando obreros sino reventando
los mercados y aliándose en complejísimas redes de metaproducción intangible
donde el dinero circula por las cloacas. Sus dividendos se suman por billones
gracias a la especulación bastarda de los mercados trampeados con patente de
corso. Y eso no lo entienden los currelas de Faurecia. Algo rentable aquí, pero
mucho más rentable en los cenagales de África o Asia y las autopistas bursátiles
liberadas. Compañeros, la ley del mal menor gobierna todos los ámbitos de la
vida. Pero nos queda la última lucha, la de la dignidad. Y en esa vais
sobrados.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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