Hoy entra en vigor la nueva Renta Garantizada. Un prestación que
sustituye a la antigua Renta de Inclusión Social. Una medida avalada por el
gobierno y cuestionada sin mucho fundamento, ni político ni ideológico, por UPN
y PP. Una medida que, si bien mejora la cuantía a percibir por el 80% de los
perceptores, empeora la del 20% restante y cuya explicación se basa en el
ahorro y la solidaridad horizontal entre excluidos. Uno de los puntos fuertes
es que 2800 personas que antes no podían acceder a la RIS, ahora podrán hacerlo
ganando en calidad de vida. Vale. Pero este gobierno podía haber ido más allá.
Para eso se autotitula del cambio. Para eso se le votó. Para explorar nuevas
formas de revolucionar la vida política y social. Para atreverse. Para tensar
la historia.
Este fin de semana se ha celebrado el
XVI Simposio de la Renta Básica de ciudadanía en Bilbao. Un renta incondicional
para toda la población. Sin importar si trabaja o no. Sin requisitos. Por ser
ciudadano. Una idea atrevida pero no inviable. Porque es más que una idea. Es
un nuevo proyecto político y social que superaría la pobreza. Pero no solo eso.
Quizás este gobierno podía haber
explorado esta idea. Lo tenía todo a su favor. Navarra es de las comunidades que,
según estudios, podía articular esta medida dado su nivel de renta y autonomía
fiscal. Pero quizás este gobierno ha preferido una reforma al alza del sistema de garantía de rentas mínimas a
convertirse en comunidad pionera que superase las rentas condicionadas.
Tal vez dentro del gobierno ha habido recelos, prejuicios,
miedos y no pocas objeciones ideológicas a esta propuesta. Tal vez. Pero las
grandes ideas transformadoras necesitan siempre de una tensión insoportable. Lo
dijo Susan Sontang: “las únicas respuestas interesantes, son las que destruyen
las preguntas”
Artículo publicado el lunes 21 de noviembre en Diario de Noticias de Navarra
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