Ir al contenido principal

Cómo nos hacen sentir culpables de nuestro desempleo



Vean esta película,  si es que todavía no lo han hecho: Yo Daniel Blake. De Ken Loach. Un título que reivindica con fuerza el drama de un carpitero que se queda en paro y es sometido a un implacable y delirante proceso de burocratización en pos de una pensión por parte del sistema de empleo británico. No es una recomendación más, es casi de obligada visión para aquellos y aquellas que viven vidas a medias, precarizadas, pendientes de otros, de  una decisión sanitaria, de un tribunal medico, de una ayuda de los servicios sociales, del sistema de empleo o de esa oficina del paro que nos llama para cursos inservibles o imposibles de cumplir.  Y también para quienes viven plácidamente,  por suerte propia o por carambolas de la vida. Véanla. Los ingleses nos levan ventaja en esto de los recortes a la clase obrera, una clase que allí todavía está presente, aunque se empeñen en ocultarla como nos recordaba Owen Jones. 
Ken Loach conmueve con su película porque viene a demostrar que el neoliberalismo y los recortes del Estado del Bienestar no han acabado con la solidaridad inmediata, pero sí con la colectiva. Y con todos los puentes vinculantes con la vida  aras de tierra. Y ese neoliberalismo ha creado una maquinaria destructora de vidas que requieren pasar por procesos burocráticos absolutamente enloquecidos para seguir alimentando una maquinaria que solo sirve para gestionar una pobreza y una precariedad que clama al cielo. Y más, ese neoliberalismo nos culpa de nuestros males, de nuestro desempleo y nos culpabiliza y responsabiliza de ello como si fuéramos arte y parte de este desaguisado. Más todavía, muchos funcionarios y  obreros digitales  de los sistemas de protección  a sueldo de esa maquinaria burocrática,  colaboran activamente con esta política de policía social tan útil para explicar y mantener este nuevo estado del malestar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...