En un mundo mediocre y banalizado hasta la extenuación, donde los estudios de humanidades son expulsados sistemáticamente de los circuitos de formación y conocimiento, un historiador a pie de obra recibe un premio. Se llama Fernando Mikelarena. Y es de aquí al lado. Le han dado el Premio Euskadi en castellano por su investigación Sin piedad. Limpieza política en Navarra, 1936.
Conocí a Mikelarena en el Instituto Gerónimo de Uztariz. De esto hace ya bastantes años. Y les aseguro que es un tipo de otra pasta. Un historiador que cree que el hombre y la mujer tienen en la historia y la memoria su único y precario suelo. Un científico social que, lejos de la comodidad y la mirada indiferente, afronta la tensión que el mundo no cesa de bombear. Sus proyectos de investigación navegan en busca de múltiples preguntas, sabiendo que en pleno desconcierto, la historia y las humanidades son las mejores herramientas para encontrar, si no respuestas a nuestro presente, sí las claves para aclararnos un poco mejor. Porque si bien la historia no se repite, sí fabrica constantes. Mikelarena se enfrenta a esas constantes y tensiones. Una de ellas es el estudio riguroso del brutal impacto de la Guerra Civil en Navarra. Sin piedad es un texto atrevido y brillante, incomodo y punzante editado por la no menos militante y cuidadosa editorial Pamiela.
Corren tiempos presentistas e inmediatos, donde la desmemoria ha sido la tabla da salvación a ambos lados de la historia. Porque como señaló George Steiner, “Somos cómplices de lo que nos deja indiferentes”. Mikelarena no quiere ser ni equidistante ni indiferente. Por eso su manera de hacer historia es dura, armada, consistente, sin fisuras, empírica. Como vida misma. Zorionak Fernando.
Artículo publicado en noticiasdenavarra.com
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