Tal sea verdad. Que a estas alturas de
la infamia, la política sea solo un
estercolero donde pastan trileros de impecable currículo y corruptos muy éticos de misa diaria. Tal vez sea verdad que a la
gente este limbo político se la trae floja. Que nada importa ya. Porque la política es solo un viejo sueño de ciertas revoluciones que
conmovieron el mundo. Tal vez sea verdad. Aunque cueste creerlo y peor decirlo. Porque afirmar que la
política no sirve, que qué más da; es
hacerle el caldo gordo al neoliberalismo ideológico más fascista y
reaccionario. Por eso hay que hilar fino. Y es que, este hartazgo, este estar
cansados, despotricar contra todos los políticos y desertar de las terceras elecciones, es lo
que los poderes mediáticos que rigen este reino de España están fraguando. Y en
esa estamos. O nos meten. Creyendo que no hay escapatoria más allá del
putrefacto pacto de Estado. Porque todo vale ya. Chulear a las instituciones,
chantajear, enmierdar el escenario, empotrar el
miedo en cada esquina, mentir, inventarse un Apocalipsis. Cualquier acto
bastardo sirve para descapitalizar esta
democracia necrosada que padecemos. Para convertir esta ciénaga en el feudo de
un fantoche llamado Rajoy empeñado en regobernar
un país roto y fragmentado. Algo que ni sabe ni le importa.
Por eso, cuando el PP, Ciudadanos y no
pocos barones socialistas desclasados, claman sentido de Estado para dejar gobernar a un corrupto honesto, me
pregunto dónde tienen la ética política. España es una sociedad escindida,
donde los equilibrios sociales están destrozados. Y no puede haber un proyecto
político hegemónico si no hay un proyecto social hegemónico para liberarnos de este sinvivir
precario. Así que busquen responsabilidades donde las haya. Más allá del cínico
consenso para gobernar este matadero.
Artículo publicado en Diario de Noticias de Navarra el día 5 de septiembre de 2016
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