La izquierda en general, y la vasca en particular, deberían leer esto. Más aún. Este texto debería ser de obligada lectura y posterior forum-terapia en los IES (Institutos de Secundaria). Pocas voces se atreven a hablar así de rotundo. Y pocas veces tenemos la oportunidad de leer con esta sangrante frescura textos que duelen, que escuecen como los encuentros fracasados. Porque la fiesta es incuestionable. Porque plantearse la perpetua orgia de drogas, alcohol, diversión sin fin, fiesta eterna, jolgorio permanente durante 365 días aunque no tengas un puto euro y te exploten como a un cabrón, tu lo que quieres es seguir de fiesta. Porque plantearse el modelo y el discurso del ocio actual es chocar frontalmente con esa izquierda que lo utiliza y lo ha utilizado como escenario propagandístico. Como espacio de socialización aunque ahora ese espacio se haya convertido en un espacio de individualización sin el refresco de la utopía necesaria y el abandono de la lucha de clases. Y sin embargo, sin embargo, las consecuencias de esta deriva son demoledoras. Quien no quiera verlas, allá él o allá ella. Pero sepa que el neoliberalismo y el posfordismo capitalista se frotan las manos ante tan bastarda, barata y mansa dominación.
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