No sé quien está detrás o delante de estos niños y niñas. Quienes son sus padres y madres. O quienes fueron. No sé quienes son esos cooperantes que comparten con estos niños un tiempo de otro mundo, el mundo de la amable , inocente y generosa sonrisa infantil. Pero también de su pobreza extensa como las llanuras de su alma. No sé. Y quizás debería de saberlo. Para reconocerlos como se merecen. Porque soy de Pamplona. Porque he vivido ese encierro que emulan con la velocidad de un tiro en la nuca que quizás hayan presenciado. Con esa cara de niño asustado. Y veo este vídeo y me rindo ante la desafiante fuerza de estas imágenes. Y me entran ganas de echar a correr. Y coger el primer avión, o lo que sea, para tirar mañana ese nuevo txupinazo ugandés. Para volver a ver, una y otra vez este vídeo de inmensa belleza. No por lo que cuenta, por lo que se ve, sino por lo que no hemos visto. Porque detrás de esas miradas, de cada gesto, de cada carrera infantil, hay una biografía liberada.
El blog de Paco Roda