El
otro día recibí una carta. Elige90 se
titulaba. Pensé que se trataba de un plan dietético. Pero no. Abrí la carta y me asusté. Osasunbidea me invitaba a hacerme
una prueba para prevenir el cáncer de colon. Sentí a la altura del diafragma el
eco de un epitafio. Ya sé. Los tíos somos unos falsos. Pero he oído que el
susurro del cáncer enloquece. Algunas veces, a esa hora de la noche en que la
vida se retuerce por todos los costados, pienso en ese momento en que te dicen
que lo tienes. En qué sucede tras ese segundo después del diagnóstico.
Ese
día, por razones profesionales, escuché un relato. Decía así: “Hacía tiempo que
me sentía cansado, sin rasmia para la vida. Sentía dolores en el cuello. Una mañana me
levanté con un gran bulto en el costado derecho. Un poco preocupado, me fui a
urgencias. Esperé mientras la gente me miraba. Me vieron y de inmediato me
ingresaron. No me preocupé mucho. Ya lo intuía. Toda mi puta vida ha sido una
desgracia. Una más no importaba. Tras días de ingreso y pruebas me detectaron un cáncer. Hígado, me dijeron”
-
Que
tal estás, le pregunté.
-
Bien,
aquí estoy después de días de oyendo la radio y la quimio. O al revés. No recuerdo
que me dieron primero.
Me
miró. Pero hay miradas tras las que uno ya es incapaz de decir nada.
Me
lo contó con la tranquilidad de los desposeídos. De los vencidos antes de
tiempo. Pero con el aplomo de quien siente que el cuerpo ya no le pertenece y
se atreve con todo. Me avergonzó mi desasosiego. Y es que entre usted yo; quien me hablaba hacía tiempo que había muerto.
Así que la muerte real apenas le importaba. Yo lo sabía y sentí que una luz me helaba la sangre.
Volví
a casa y abrí de nuevo la carta de Osasunbidea. En una esquina alguien había
escrito: “si no se tiene miedo al desenlace,
se está sano”. Y me hice la prueba.
http://www.noticiasdenavarra.com/2016/03/21/opinion/columnistas/a-pie-de-obra/abrir-sin-miedo
http://www.noticiasdenavarra.com/2016/03/21/opinion/columnistas/a-pie-de-obra/abrir-sin-miedo
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