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¿Merece la pena?




A Rajoy el paraíso en llamas le estalló a la altura de la albufera valenciana.  Y es que la marca  PP  más pareciera  un  matarratas mientras  su gobierno se hunde en  una  ciénaga de aguas corrompidas.  Esto apesta. Desde la E inicial, pasando por la ñ  intermedia,  hasta la a final. Apesta como un cadáver sin levantar tras un año ignorado. Porque nada te enerva tanto como comprobar  que vives en un país gobernado por  bastardos aforados de doble moral y triple fondo bancario. Gentes que además alardean de impunidad porque otros funcionarios del infierno han blindado su alma envenenada.  Que han hecho de la codicia una carrera hacia el abismo. Entonces llega un momento en que la reiteración continuada del  mal, de la perversión,  del chanchullo, de  la corrupción y de la mierda en que este puto país se ha convertido, te provoca una arcada que estalla como un apocalipsis enfurecido. Y aunque creas que la sinceridad se ha hecho imposible, piensas si merece la pena seguir insistiendo en lo mismo. Si tanta reiteración sobre esta deriva y su rescate  no logra sino banalizar  lo denunciado. Y servidor se pregunta qué hace escribiendo día sí día también sobre esto. Si uno no colabora así en la   trivialización de esta cloaca política y social. En lo  que este país en bancarrota ética, moral, política e institucional se ha convertido.  Si tanta tinta sobre este pantanal no logrará los efectos contrarios. Y entonces uno, con sus dudas, quiere hablar de algo con sentido más allá de lo vivido a diario por decreto. Algo que a usted le mueva y le conmueva al levantarse. Porque  uno intuye que el infierno empieza donde nosotros callamos. Pero solo encuentra unos versos balsámicos en un libro de Juan Tallón:  ¿Cómo no me extraigo las venas/y hago con ellas una escala/para huir al otro lado de la noche?

Artículo publicado en Noticias de Navarra el día 15 de febrero de 2016

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