Sé que hay asesinos que limpian sus crímenes con el papel
de las acciones que invierten en bolsa, imbéciles que se ganan la vida
vendiendo la exclusiva de su histriónica
existencia, estafadores encumbrados en los parlamentos, políticos y
moralistas que buscan compañía en
burdeles de lujo, sacerdotes que rezan después de sodomizar a sus confesados,
capitanes de empresa que, mientras firman mil despidos, engullen pinchos de
tortilla de patata, banqueros de dientes afilados que se alimentan de hipotecas, diputados tránsfugas que venden su
voto por una ración de jamón de Guijuelo, tratantes de ganado que invierten en
cuadros de Miró, intelectuales
pesebreros que escriben al dictado,
policías sádicos que saludan con
una sonrisa profidén, fanáticos e inquisidores que se creen poseedores de una
verdad carnicera, financieros decrépitos acompañados de bellos asesinos,
traficantes de armas de misa y comunión diaria, periodistas sin escrúpulos,
profetas que se excitan anunciando calamidades, jueces prevaricadores de digna
presencia, militares que digieren todas las matanzas sin inmutarse, jefes de
multinacionales que estrangulan países en bancarrota y hambruna desesperada
y especuladores de la miseria que eliminan
mendigos con matarratas. Todos ellos se
cruzan conmigo cada día. Pero me alegro
de caminar por la otra acera. Y más aún. Me gustaría que esa calle por la que
transitan se abriera en canal para establecer un puente insalvable. Para que
nunca pudieran circular por esta acera por la que usted y yo caminamos. Así que
aprovechando estas fechas, desearía que el futuro me deparara gente saludable,
discreta y limpia de polvo y paja para hacer de cada día una apuesta por la
vida. Honrados panaderos, buenos ebanistas y vendedoras de frutas a un precio razonable. Eso es lo mínimo que se le puede pedir a los
dioses. Y es que si ya no puedes cambiar el mundo, levanta al menos un puente
en tu interior para salvarte de toda la basura
que genera este vertedero.
Posdata: Artículo publicado en diciembre de 2004 en Diario de Noticias de Navarra. Bueno, después de doce años sigo pensando que el mundo está agarrado por los bajos por esa banda que malhechores de pensamiento, palabra, obra y omisión. No creo que sea fácil cambiarlo. El mundo. Hace algunos años teníamos las preguntas pero no sabíamos las respuestas, ahora sabemos las preguntas y también nos han dado las respuestas. Pero no sabemos en qué orden se colocan para superar esta prueba de supervivencia. De lo que no estoy tan seguro hoy es de ese puente interior. Hoy me huele a salvación privada de corte neoliberal. Aunque haya ratos en que servidor cruce ese puente buscando un respiro.
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