Ir al contenido principal

Biblioteca


Fue Roberto Bolaño quien dijo “mi patria es mi hijo y mi biblioteca”. Para muchos,  la Biblioteca de  San Francisco fue también nuestra patria. Aquella biblioteca de antaño, con sus ficheros manuales, su mostrador tipo ultramarinos y sus dependientes que desaparecían entre estanterías cargadas de saberes, fue un escondite donde librarte del tiempo muerto de la edad, de ligues, de pobres que buscaban calor, de  quedadas para  matar la tarde y donde mucha gente preparó  oposiciones. Aquello se cerró por obra y gracia del neoliberalismo cultural más bastardo y se particularizó en nombre de la eficacia privada que nunca demostró ser más eficiente. Así hemos estado algunos años. Con una biblioteca de barrio  renovada, cierto, pero convertida en poco más que  una guardería y guarida de internautas. Sin fondos, sin novedades, sin personal y donde los libros se retuercen de tristeza. 

El ultimo día del año una noticia me alegró la mañana. No sé a quien agradecérselo. Quizás a ese hombre anuncio que durante días y días protestó enfadado porque la lectura estaba prohibida por las mañanas. A quien corresponda pues, mi felicitación por haber recuperado un horario de lectura apto para todos los públicos. Y también una gestión más pública. Aunque sé que este cambió quizás deje cadáveres invisibles. Pero creo que ganamos todos. Sobre todo este barrio que huye de sí mismo, colonizado por una hostelería sin control, sin apenas lugares para la infancia, tampoco para la vejez, sin tiendas cercanas o hundidas en  la indigencia, sin centros de cultura viva, sin galerías de arte, sin verde, sin árboles, ni bancos donde descansar la nostalgia, ni lugares libres de ruidos, ni aceras  por las que transitar la pereza. Gana este barrio. Pero viendo su deriva, pareciera que ha elegido el naufragio para salvarse.


Publicado en Noticias de Navarra el 4 de enero de 2016












Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...