Tal día como hoy hace 59 años moría
en los alrededores del manicomio de
Herisau (Suiza), Robert Walser. Su cuerpo apareció en medio de la nieve invernal. Walser
llevaba 23 años ingresado. Ese día había
salido a pasear huyendo de la eternidad que le perseguía y se dio de bruces con
ella. Así era su literatura, un arte que
trataba de evitar cualquier forma de permanencia o duración. Y de esta
metáfora nuestro Vila Matas se quedó colgado. De ello, de Walser y de su intento
de escapismo literario, de la fugacidad, de la insignificancia elevada . Walser
fue un hombre que queriendo llegar al cero de su vida quiso quitarse de en
medio. Intentó el suicidio colgándose.
Pero no supo hacer el nudo corredizo. Como si en ese acto fallido se
quisiera decirse a sí mismo que el devenir
es una agonía sin desenlace.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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