Ir al contenido principal

Un puñal en la carne


Todo se ha dicho. Como si la palabra se hubiera vaciado dejando al aire sus cicatrices. Como si cada letra de lo que ocurre se disolviese en sosa cáustica. Usted convive con la nada. Con un día a día licuado en el fondo de un abismo insensato. Y no pasa nada. Solo el rumor cancerígeno de la representación. Sé y siento que pasan cosas. Pero sé que nada nuevo está a punto de ocurrir. Que nada sobrepasa ya ese umbral de la conmoción primaria del dolor o el rastro amargo de la sangre.
Tras los atentados de París, miles de gestos públicos y privados rasgaron los cielos al compás de La Marsellesa. Pidiendo clemencia por nuestras contradicciones. Pero el eco solo nos devolvió la madurez de nuestro cinismo. Y pronto se volatizaron en el ocioso vacío del tiempo. El mundo se ha festivalizado; eso es lo que pasa. Y la conciencia ha dejado de ser dolorosa como un puñal en la carne. Como si tras ese festejo de sangre, allí, aquí o en Damasco no quedase ya rastro alguno del honor y la verdad. Como queriendo invisibilizar las cloacas por donde defecan la falsedad y el horror. Porque cada hecatombe diaria, ya sea razonada o bastarda, emerge solo si es rentable en el mercado de las emociones.
De repente, París nos conmueve. Y no comprendemos esa barbarie explicada –que no justificada- por la dolorosa anemia de la historia. Porque esas inmolaciones restablecen la lógica del sacrificio, algo que ya no va con nosotros. E ignoramos –porque alguien lo quiere así- cómo media humanidad se encuentra en un estado de traumatismo comatoso.
Por eso todo lo dicho suena hueco y baldío. Sin resuello para combatir la mentira que encarnamos. Mientras tanto, España vende armas a Arabia Saudí y ésta las revende al Estado Islámico. Y el ministro de Defensa se inmola como un mártir de la sensatez.


Este artículo se publicó el día 23 de noviembre de 2015 en Noticias de Navarra






Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...