Son un sector en alza que genera proporcionalmente tantas ganancias como la venta de armas o el narcotráfico. Tienen un crecimiento económico anual cercano al 50%. Son arte y parte de la economía sumergida y protegida por los grandes sindicatos y corporaciones empresariales. Gozan de impunidad absoluta en el mercado laboral para traficar, sancionar y despedir a discreción a trabajadores y trabajadoras a tiempo parcial. Tienen patente de corso para explotar y humillar con sueldos de miseria a la gente más precarizada que busca empleo a cualquier precio. No tienen escrúpulos en venderse al mejor postor con tal de obtener ganancias por la explotación ajena. Se calcula que roban un tercio del sueldo que pagan a sus contratados. Para ellas la esclavitud no fue abolida en 1880. Han generado una red inmensa de negocios que basa sus ganancias en el nuevo vasallaje laboral a que someten a miles de personas sin empleo. Una ley – la Reforma Laboral de 1994- les ampara y protege. Y todo con el consentimiento de los sindicatos más fuertes y verticales del Estado. Son las Empresas de Trabajo Temporal.
Afloraron en un momento en que el sistema capitalista
necesitaba flexibilizarse, es decir, reducir y cortar los beneficios obreros
que durante años se conquistaron a fuerza de huelga y sangre. Ahora, en este
mercado sin rumbo, incluso los trabajadores se compran y venden. Ellas
monopolizan este tráfico. Y es que son el pelotazo más salvaje del mercado
laboral. La inversión más segura. No producen absolutamente nada, tienen
mínimos gastos, no prestan ningún servicio de valor y no revierten capital
social alguno. Sus actuaciones pocas veces se ajustan a la legalidad. Me
refiero a la legalidad de verdad, a la éticamente aceptable. La otra, la
escrita es un apaño pactado hace dos años en un vergonzoso convenio con la
Patronal del sector. Son las empresas traficantes de trabajadores. Modernas
oficinas de diseño aséptico donde la cifra de colocaciones que se maneja sirve
para enmascarar y maquillar las cifras reales
del paro y los contratos. A veces éstos llegan a ser de un día o de unas horas. Desgraciadamente
existen porque son útiles al sistema pero también porque ni los sindicatos
mayoritarios, ni la clase obrera acomodada, ni otras fuerzas de presión son
capaces de pararles los pies. Todo un reto.
Posdata: Este artículo se publicó en 2001 en Diario de Noticias. Fue el primero de la serie "A sotavento" y cuando fue publicado, las ETT se quejaron furiosamente por el contenido del mismo. NI ayer me arrepentí de lo escrito ni hoy quitaría una coma. Creo que las ETTs forman parte del escenario, del circo poscapitalista y de la cadena de montaje y desmontaje del Estado Social, son una parte más de esa cadena de destrucción del empleo como garantía de vida y como estructura de socialización.
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