Mañana comienza en la UNED un curso titulado Cómo detectar mentiras: comunicación no verbal y perfiles psicológicos. Quizás me apunte. Me puede el morbo por saber quién será mi compañero de pupitre. Porque, digo yo; si alguien se apunta a un curso así, solo puede ser político, trilero, banquero, comisionista, alcalde venido a menos, presidente de comunidad autónoma o incluso, presidente de gobierno o expresidente con ganas de redención. Porque no me imagino allí a mi pescadera. A no ser que en vez de lubinas nos esté vendiendo barbos.
Dice la propaganda del curso que se abordarán temas como la detección del engaño y las nuevas propuestas científicas para detectar mentiras. Vale. Me da que los ponentes piensan que en cada mentira hay una pirueta cínica que vuelve del revés todo lo que el engaño posee de reprobable. Por eso se empeñan en explicarnos cómo opera la falsedad.
No sé quién inaugurará el curso. Propongo que venga Rajoy acompañado de alguna expresidenta flanqueada por un tal Aznar, experto en verdades como puños. Y si les falta material didáctico, les aconsejo un librito titulado El Corralito Foral, complementario de un taller sobre el impacto de la corrupción en España durante los últimos treinta años. Sería un detalle que quien finalice el curso obtenga el diploma en Experto en la mentira con premeditación y alevosía.
Ahora en serio. ¿Cómo se puede abordar la mentira privada sin abordar la mentira pública? Esa que ha sido utilizada en nombre del servicio público por unas instituciones absolutamente corroídas. Por cierto, para los perfiles psicológicos, les recomiendo el libro de Jorge Tizón, Psicopatología del poder, un excelente ensayo sobre la perversión y la corrupción. Ahí está concentrado el resto del curso.
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