Ir al contenido principal

El hundimiento



A las doce y veinte minutos de la noche del 24 de mayo, el todavía consejero Javier Esparza, entró en un profundo coma emocional. Sudaba por las axilas y sentía una extraña sensación de inquietud. A la altura del diafragma notó cómo sonaba una armonía parecida a la marcha fúnebre de Chopin. Su móvil no dejaba de recibir whatsapps y la cabeza estaba a punto de estallarle. De repente, se fundió en negro consigo mismo y sintió que se rompían los renglones del dictado que alguien le había prescrito durante el último mes. Y notó el vacío, y el miedo que sienten los perdedores encumbrados por la euforia perpetua. Quiso reconocer errores, disculparse con alguien que le prestara un hombro cálido, pero la obediencia debida le podía. Se sentía como el novio de la Virgen del Rencor.
 
En esas estaba, cuando la presidenta de UPN le convocó de urgencia. Eran las tres de la madrugada, la hora de laudes que él tanto recordaba. Las ojeras demacraban su rostro. Y es que la lógica, o la rotación de aquella tierra por él proclamada como profeta, se habían aliado con quienes tantas veces denostó. Cuando llegó a la sede, la ejecutiva congregada en la sala capitular del partido que durante casi un cuarto de siglo se había acostumbrado al ordeno y mando, parecía el Infierno de Dante. En aquella sala se habían vivido momentos excelsos, rotundos, eufóricos. El cava había regado más de una noche sin fin. Pero esa madrugada siniestra marcó un antes y un después en aquella tribu llamada a capítulo de urgencia. Porque el transatlántico Navarrísimo, propiedad de la familia Aizpun y fletado en 1996 por la naviera UPN SL, encalló la noche del 24 de mayo en Puerto Esperanza, un cayo situado a la altura de la desembocadura del Arga, cerca de Funes. Lo anunció la presidenta sin que el músculo de la humildad le alterase lo más mínimo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...