Foto: Naiz |
Esparza se presentó al debate con unos Dockers de pitillo, camisa Ralph Lauren y en perfecto estado de revista. Parecía el protagonista de Vida y muerte de un pijo de Neguri, con ganas de impresionar. Araiz, sin embargo, parecía un personaje más de la enorme trilogía de Ramiro Pinilla. Vestía camisa de cuadros comprada en la tienda de Ortega y americana clásica de Cortefiel. Su imagen monacal denotaba cierto conservadurismo.
Horas antes, ambos habían calentado a la opinión pública. Esparza había dicho que Araiz era un farsante que pretendía hacer de Navarra una sucursal más de los Estados Unidos Vascos, y Araiz que Esparza era la prolongación del brazo corrupto de santa Yolanda.
Eso sí, ambos se habían preparado a fondo el debate escarbando en la llaga sangrante del contrario. Más que nada para el espectáculo. Pero los dos sabían que en aquel cara a cara no sacarían un voto de más entre los suyos. Así que cuando empezó de debate, ambos se miraron fijamente a los ojos buscando el ángulo más flojo. Pero pronto desistieron. Enseguida vieron que ninguno de los dos pondría contra las cuerdas a nadie. Se dirían las cosas a la cara, como quería Esparza, y tirarían de emociones fuertes, pero ninguno llegaría al corazón del otro. Porque cada cual sabía una cosa. Esparza no recuperaría los votos perdidos por UPN cantándole las cuarenta a Araiz, y éste no aumentaría los suyos a costa de sacarle los colores a Esparza. Los votos de la victoria final estaban en otros caladeros.
Mientras, en la calle reinaba un extraño desconcierto. Se profetizaba una segunda vuelta electoral en medio de la creciente indignación, desencanto y transfuguismo de ultima hora. Y en aquel debate faltaban rivales que quizás tenían la última palabra.
http://www.noticiasdenavarra.com/2015/05/04/opinion/columnistas/a-pie-de-obra/el-debate
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Posdata: bueno, ya ven que no me equivoqué en la vestimenta. Lo demás se cumplió según el guión.
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