Cuando en diciembre de 2014, Luis de Guindos firmó la autorización a la Casa de la Moneda para emitir una moneda de oro de 200 euros con el rostro del rey Felipe VI bajo el lema “70 años de paz”, no se lo pensó dos veces, firmó y punto. Luis de Guindos no tiene memoria. Y si la tiene, no suele usarla. Salvo para recordarle a los griegos algunas deudas envenenadas. Y es que esa moneda puesta en circulación para coleccionistas con la que se quiere conmemorar el final de la Segunda Guerra Mundial es una reedición memorística de los 25 años de paz franquistas “celebrados” en 1964 en un intentó de cerrar en falso una fosa sangrante de la historia española. Traiciones de la memoria. Pero quizás, las críticas a esta emisión monetaria se la traiga al pairo al ministro, a sus secretarios, al director de la Casa de la Moneda y al sursuncorda.
A estas alturas del rajoyato, sacarle los colores al gobierno por una decisión así cotiza poco. Pero dice mucho de cómo siente esta gente, cómo gestiona esta calaña la memoria histórica. Seguramente de Guindos dirá que, quién le niega a él que Europa lleva setenta años de paz. Vale chaval. Te admito el argumento desde Estocolmo. Y aún así. Pero no me digas que este reino de España en bancarrota puede presumir de setenta años de paz sin que te mueva el músculo de la vergüenza. Te comes tres años de guerra franquista y otros cuarenta de propina sangrante. Con sus 300.000 muertos en los frentes de batalla, los 200.000 hombres y mujeres ejecutados extrajudicialmente, los casi 400.000 exiliados y los 20.000 republicanos ejecutados tras la “victoria final”. Eso sin contar los miles de desaparecidos clamando sepultura digna. Y va el rey Felipe le pone cara a esta infamia. Ya lo dijo Quevedo: no conviene mostrar la verdad desnuda, sino en camisa.
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