Ir al contenido principal

La vida en negro




Les presento a Oumar Ndiaye. Marinero mauritano de aguas de altura. Llegó a España hace catorce años. Huyó de un país en el que parece que todo se acabó hace tiempo. Vino aquí en busca de la sal de la tierra. Su credo es el combate por la vida. Ha trabajado, ha sido explotado y soportado muchos lunes al sol. Ha sido visible e invisible. Solo aspira a ser un ciudadano, negro, pero ciudadano.
Habla un castellano intenso capaz de enloquecer a los charlatanes. Su cabeza es un cóctel de poesía y su relato vital es una parábola que te pone contra las cuerdas. Solo puedes rendirte a la evidencia. Habla y estallan las nubes. Y sientes vergüenza ajena. Porque te habla un alma ulcerada por la desdicha. Oumar ha cumplido la tarea. Ha hecho lo que se espera de él. Cumplir con la ley para ser alguien en este país de racismos low cost, hablar como los ángeles, respetar los mandamientos y ganarse la vida con un trabajo, de mierda pero trabajo. Pero su vida es un bucle envenenado en el que alguien ha introducido una muesca capaz de fragmentar el universo. Así que Oumar ha convertido la miseria en su sustento. Desde que llegó no ha cedido en su empeño por ser un ciudadano español. Y lo puede probar con su palabra, esa que ninguna autoridad, social, política o laboral, escucha. Trabajó en el campo navarro. Sufrió, lo dice él, como un negro durante años. Trabajó de autónomo, por cuenta ajena y como esclavo de almas desalmadas. Tuvo “papeles” y los perdió de la mano de una burocracia enfermiza que se ha enrocado ferozmente sobre su vida. Pasa el día recogiendo colillas con las que destensar su desazón. Ha solicitado la Renta de Inclusión Social, lo que normalizaría su vida, pero se la niegan. Por ilegal y porque no puede probar que lleva catorce años creyendo en este país

Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Minuto

No podré votar por Yala Nafarroa con Palestina para que lance el txupinazo y el cielo se avergüence. Así que dejaré aquí mi voto. Creo que el resto de propuestas tienen tiempo de lanzarlo. El año que viene, si viene, o el que sea. Sin embargo Gaza no puede esperar. Aun con nueva tregua trampa. Que Yala lance el txupinazo será un acto simbólico de gran impacto internacional. Y será, como no podría ser de otra manera ,un acto político. Claro, como tantos gestos diarios revestidos de inocencia viciada. Porque no se puede pasar de puntillas, ni ser equidistante, ante esta masacre gazatí. Porque hasta el silencio miedoso y colaboracionista que inunda el mundo, también es político. ¿Te suena de algo Melody? Pero además, Yala no es una candidatura personal, cuestión que deberíamos revisar en favor de lanzaderas colectivas si reclamamos fiestas fusionadas e inclusivas. Yala, agrupa a 225 colectivos sociales y ONGs frente al genocidio y ocupación palestina. Y llevan años. Pero Yala ...

El viejo pino

El viejo pino no aguantó la embestida de un viento sin piedad, un viento enloquecido, como una llamada de teléfono de desamor. Dicen que cayó a cámara lenta, como queriendo agarrarse al último suspiro de sus resecas raíces. El viejo pino tenía más de cien veranos y había sido testigo de noches de amor y de todas las lunas, de tormentas, granizos, vientos cierzos y “castellanos” y también de alguna guerra aún sin cicatrizar. Fue refugio de cientos de nidos y testigo mudo de miles de vuelos que los cernícalos convertían en piruetas de amor y de muerte. Cada año, llegado septiembre, cuando la luz desciende sobre los pimientos recién asados, el pino crecía varios milímetros. Lo hacía, dicen, para oír mejor el repique de campanas que anunciaban una procesión desde tiempo inmemorial. Y también dicen, quien lo ha visto crecer, que en algunas noches recargadas de estrellas, se podía oía su respiración que sonaba como un gemido. Entonces, algunas gentes se arrimaban a su tronco para encontrars...