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El Rubicón de Podemos




El paso del Rubicón de Podemos se halla en ese territorio que se configura entre Navarra y País Vasco. O si lo prefieren en Euskalherria. Es aquí donde Podemos va a definir las auténticas líneas rojas de su demarcación. Su prueba del algodón, su razón de ser o no un partido independiente y soberano, de izquierdas renovadas, cohesionado y con capacidad de decidir sin las presiones internas de todo partido estatal sujeto a una disciplina jerarquizada o sometida a  intereses estratégicos.
Les aseguro que en menos de un mes las escupideras contaminantes del PP, Unión del Pueblo Navarro (UPN)  y del socialismo madrileño en Ferraz, lanzarán sobre Podemos un mísil  más explosivo aun que el “caso Monedero”. Van a inocularle un veneno letal en las líneas de flotación ideológica. Justo donde se dirimen las posiciones y  se generan  los polos de atracción o disuasión política, donde se ganan o se pierden votos y fidelidades. Van a presionar, por activa y por pasiva,  a Podemos para que se posicione sobre una cuestión pervertida y envenenada  desde hace tiempo. Si hasta hace poco ETA era el pecado a condenar pero  del que muchos comían caliente cada día, ahora será Bildu y la izquierda abertzale en general,  quien ocupe su lugar  y significado. Y es que para Rajoy no hay mayor peligro que la debilitación acelerada del recuerdo de ETA. Porque, pese a que ETA ha muerto, el PP necesita resucitarla como activo electoral de alto rédito. Por eso, nada mejor que identificar a Bildu y la izquierda abertzale con ETA. Y hacerlo con todas las consecuencias. Aunque Rajoy sospeche con ello que el fascismo es la política convertida en escenografía. Tratar de estigmatizar  cada movimiento, gesto o guiño  que realice  Podemos con Bildu y la izquierda abertzale es una estrategia bastarda. Más aún acusarlo de colaboración con un terrorismo que solo tiene peso ya en la dolorosa memoria de las víctimas.
Y es que el PP necesita infiltrarse en el  caladero de votos de la  España centralizada  y recuperar posiciones perdidas al precio que sea. Incluso con este argumentario corrompido.
Es bien sabido que durante  los próximos meses  a los líderes de Podemos se les va a acusar de haber volado las Torres Gemelas. Pero eso no es nada comparado con lo siguiente: la posibilidad de que Podemos, en un escenario de pactos o gobernabilidad,  apoye a Bildu en el País Vasco y Navarra, se explotará como una  idea electoral envenenada. Y lo será porque se va identificar a Podemos con ETA. Esa será la baza a jugar para poner contra las cuerdas a Podemos. Y también lo hará el PSOE. Ese socialismo absolutamente desnortado, desquiciado y desequilibrado que necesita  recuperar el centro electoral perdido.
La cuestión es  si Podemos  evitará esa estrategia de culpabilización y de identificación de Bildu y la izquierda abertzale con ETA, o por el contrario participará de ella. Es decir, si Podemos puede interpretar que  pactar con Bildu en País Vasco y Navarra posibles  acuerdos de colaboración o incluso de gobierno,  tendría un efecto disuasorio entre sus posibles votantes en el resto del Estado español, donde está su mayor caladero de votos centristas.
Sería de agradecer que los líderes de Podemos, tanto del País Vasco como de  Navarra, se posicionaran ya. Y despejaran las lógicas dudas generadas al respecto. Y es que teniendo en cuenta las intenciones de voto y las proyecciones del mismo, pueden ocurrir dos cosas. Una, si Podemos obtiene más votos que Bildu y se configura como  opción de gobierno, Bildu podría apoyar a este partido  en función de su programa. Y no hay diferencias sustanciales en las grandes áreas de intervención pública relacionadas con el Estado de Bienestar y las estrategias básicas de crecimiento y sostenibilidad económica. Otro aspecto es la cuestión identitaria y el proyecto independentista planteado. Pero en principio, no parece descabellado un  acuerdo. Incluso algunos líderes de Bildu así lo han manifestado. La incógnita a despejar es si Podemos aceptará esos votos de Bildu o incluso su abstención, que según  la teoría política envenenada del PP  siguen  manchados con la sangre de ETA.
La otra posibilidad es  que  Bildu supere en votos a Podemos -y en algunos territorios  es muy seguro- y se configure como  opción de gobierno  con el apoyo de Podemos si sus votos se lo permiten.
Ambas posibilidades  pueden generar en los líderes de Podemos una gran contradicción si ceden al chantaje, si asumen, en todo o en parte,  esta estrategia perversa del PP de criminalización de Bildu y la izquierda abertzale. Si así fuera tendrían bajo sus pies una granada de mano a punto de estallar. Y es que  si no hay una clara posición de cambio político, y esto incluye incluso pactar con Bildu, las estrategias estatales de Podemos pueden chocar en Euskalherria y provocar un cortocircuito en muchos de sus votantes. Porque Podemos no nació para volver a casa atacado por la lumbalgia de la reverencia. 










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