Ir al contenido principal

El cura y los mandarines


Dijo Abraham Lincoln (1809-1865) que " medir las palabras no es necesariamente endulzar su expresión, sino haber previsto y aceptado las consecuencias de ellas". Pareciera que Gregorio Morán ha pasado de largo por encima de esta cita, la cual ignoro si la conoce. Lo digo porque este hombre, periodista para más señas,  y autor de textos imprescindibles para entender la evolución política social y cultural del Reino de España en su vertiente más contemporánea, ha publicado un libro que ha causado un gran  revuelo editorial minimizado por la  industrial libresca. 
El cura y los mandarines ha sido publicado por Akal ante la negativa a ser editado por el potente e influyente grupo Critica/Planeta. Negativa sellada de bastardía pues el grupo se había comprometido a la edición y estaba a un clik de poner en marcha las máquinas de imprenta.  La razón  de peso para el peso pesado de Planeta,  son catorce páginas del capítulo "Todos académicos" que la editorial Planeta exigía a su autor retirar del libro en un ejercicio de autocensura. Morán dijo no y el resultado es el silenciamiento de un texto que escuece, que remueve la memoria hasta la vomitona  de los mandarines de la cultura española entre 1962 y 1996.
Resulta curioso comprobar como los medios afines al grupo censor  no han dedicado ni una sola reseña del texto, relegando al más puro ostracismo a Morán en un ejercicio de intolerable fascismo cultural. No corren buenos tiempos ni para la lírica ni para nada, pero Morán debe pensar que el carácter no solo debe conservarse limpio, sino brillante.  

Comentarios

Entradas populares de este blog

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

Mario Gaviria, de trago largo y coito corto

Mario en 1998 un café de Madrid, con 60 años. Foto: Miguel Gener Quizás, para mucha gente, Mario Gaviria, fue un desconocido. Ese ribero de Cortes, sociólogo para mas señas y arquero del primer ecologismo navarro, falleció el pasado sábado a punto de llegar a los 80. Él cumplió con aquello de no ser profeta en su tierra. Quizás no supo tomar las precauciones necesarias para ser un mal comprendido. Y es que mientras el viejo régimen de UPN gobernó esta Comunidad, este alumno de Henry Lefevre, antiguo consultor de las Naciones Unidas en África, autor de 40 libros y Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, fue sistemáticamente invisibilizado. Quizás por eso miró a Zaragoza, donde trabajó intensamente en proyectos urbanísticos y medioambientales como la traída del agua del Pirineo para abastecer la ciudad o el diseño del barrio de viviendas sociales y ecológicas del Parque Goya. Mientras tanto,   aquí se le negaba el reconocimiento que él nunca buscó. Hasta que en 2006, el Colegio d

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Roda de Ter pero que t