Aznar se ha columpiado en la mentira constante sabiendo que mentir es una forma de estar en forma. Aznar, y otros también, saben que el rédito de credibilidad de un gran embuste es infinitamente mayor que la explicación de una verdad humilde y sincera. Este sistema global necesita de tipos como él. Aznar y sus maceros, léase empresarios, periodistas, acróbatas de la intelectualidad, tecnócratas y otros, han ninguneado muchas verdades. Desde el Prestige y la guerra de Irak hasta la terrible manipulación de la matanza del 11- M. Aznar necesitaba mentir para seguir vivo. Y es que cuando la verdad le apretaba el cogote, él miraba para otro lado. Eso mismo le ha pasado a Calisto Tanzi, el baranda de la multinacional láctea italiana Parmalat. No se ha cortado un pelo y ha puesto encima de la mesa de dirección 15.000 despidos para salvar su pellejo y el de la sociedad que representa.
El caso de esta empresa es el típico de una sociedad hecha unos zorros, injusta, global, insolidaria y estructurada para que un malencarado con la verdad y la honestidad se lleve por delante los ahorros de 115.000 inversores y la vida de 15.000 currelas. Y no pasa nada. Este coloso empresarial empleaba a 37.000 personas en más de 30 países y su cifra de negocios era, en 2.002, de 7.600 millones de euros, un pico bastante más grande que el PIB de Bolivia; por ejemplo. Pues bien, Parmalat era mentira. Era una empresa simulada, no existía, solo constaba en los ordenadores y en las cuentas virtuales de los bancos que la sostenían. No tenía fondos, solo los aparentaba. La Comisión de Valores de la Bolsa italiana exigió en 2003 a la multinacional que probara documentalmente la disposición de dinero real. Parmalat presentó una reserva de fondos de 3.950 millones de euros. Pero era mentira, el documento presentado estaba falseado. Una vulgar operación de falsificación del tres al cuarto pretendía recomponer un coloso inexistente. Nunca como hoy, la mentira, la ocultación y la depreciación de la realidad ha caído tan bajo. Y si no, que se lo pregunten a Trillo, al que se le mueren 62 militares y para ocultar la verdad solo se le ocurre comprar el silencio de la prensa por un euro.
Posdata: este artículo se publicó en Diario de Noticas de Navarra, en octubre de 2004. Hoy Aznar sigue farseando la vida a costa ajena, algunos de sus maceros siguen en el gobierno sostenidos por otro farsante de la historia y muchas empresas han caido por los precipios de la desesperación en nombre de una recesión impuesta por decreto. Trillo goza de un excelente puesto como embajador de España en el Reino Unido. El caso del avión accidentado y sus ocupantes, sigue sin resolver y clamando al cielo del que un día cayeron. Como ven, parece que fue ayer.
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