Si tienen tiempo y el calor no les apelmaza las neuronas literarias, lean "Operación Dulce" de Ian McEwan (Anagrama). Lo he acabado tras cinco días intensos. Si andan avispados verán que la ficción es algo más que una realidad aumentada. O viceversa. La novela gira alrededor de una joven estudiante que es fichada por el M15 británico (servicio secreto) en 1972 para ayudar a novelistas primerizos con el fin de generar un estado literario de opinión anticomunista. La acción transcurre en plena Guerra Fría y la CIA invirtió, en ese tiempo histórico, enormes cantidades de dinero con esa finalidad. La trama se desborda y cabalga a lomos del amor, los celos, el honor, la mentira, la política, el estado social, el sexo y un ambiente londinense más allá de la bruma. Sobre todo ello se hace presente la intensa narración de un tiempo que, aunque fue ayer, parece hoy. No por similitud, sino por la deriva de las narraciones y el relato de este presente bastardo. ¿Por qué leemos lo que leemos? ¿Qué está detrás de los gustos literarios? ¿Por qué triunfan unos autores y no otros? ¿Qué novela o ensayo consumimos? ¿A qué obedece tal o cual éxito? ¿Qué ideas impregnan la literatura actual? Todo esto me ha suscitado esta lectura. Pero no hacía falta que Ian MacEwan viniera a tentarnos con su Operación Dulce. Lean lo último de Patricio Pron, "El libro tachado" y verán una fina correspondencia. Es la que deriva de un tiempo falseado que solo la literatura es capaz de poner en su sitio. Aunque no siempre lo consigue y nosotros no siempre lo percibimos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/10/16/actualidad/1381921509_857121.html
Comentarios
Publicar un comentario