Navarra ha sido pionera en Políticas Sociales. Pero ahora vive de las rentas del pasado y de la voluntad de muchos profesionales que contemplan el actual saqueo social.
La Renta Básica ha sido un programa estrella de esas políticas sociales. Pero las sucesivas higienizaciones legislativas la han convertido en una trampa donde la pobreza y la exclusión se convierten en un intercambio obsceno de relaciones entre quien la da y quien la recibe. Para percibirla el ciudadano debe demostrar su merecimiento y someterse a la disciplina de la nueva dominación biopolítica de la vida. El control se centra en sus vidas, sus capacidades de gestión, sus idas y venidas, sus amores, sus gustos, maneras de entender el trabajo, la vida, el amor, las relaciones, la familia. Todo es escaneado para percibir 548 euros al mes. En ese "sueldo" va incluido el carné de excluido, dominado y estigmatizado. Eso cuesta contener la pobreza y hacerla llevadera. Incluso alardear de su poco peso en Navarra. Y en este control perverso, los trabajadores/as sociales, tienen arte y parte. Y también el Consejero Alli, reconvertido en el nuevo cruzado social contra el fraude de los pobres. Dice que en 2013 se detectaron sesenta y ocho casos de corrupción entre los excluidos subsidiados. No me parecen muchos comparados con el otro fraude, el que él no nombra o le quita grasa. Alli, desde la equidistancia del populista amable, dice que con el dinero de los pobres no se juega. Y se lo dice a quienes la nueva economía ha saqueado sus vidas con el silencio bastardo de una justicia social en bancarrota. Alli les exige responsabilidad con el dinero público que otros han dilapidado sin piedad. Mejor revise su ética low cost.
Comentarios
Publicar un comentario