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Visionario




Hace tiempo que derecha  ha escriturado  todo a su nombre: el índice Dow Jones, las grandes multinacionales, las industrias de la comunicación, los circuitos comerciales, los organismos internacionales, los registros de la propiedad, las notarias, la nómina de artistas pesebristas,  el Consejo General del Poder Judicial, el cepillo de las iglesias, el Tribunal Constitucional y hasta algunos prostíbulos. Por eso la derecha no necesita de ninguna ideología. Para eso está la izquierda y algunos revolucionarios a los cuales sólo admite en su fortaleza si no rebasan su condición de adornos temporales de esta fantochada. Mientras tanto, los tertulianos de la ultraderecha  e intelectuales que abrevan en los sumideros del poder reconvierten en ideario los intereses que sustentan esta piltrafa de mundo.
 ¿ Qué hacer entonces  para que esta fiesta de derechas no siga hasta la madrugada ?  Hace tiempo que las revoluciones están en barbecho y que es muy difícil llegar ilusionado a cualquier lugar. Pese a las razones que cada día nos explotan en la cara norte de la dignidad. Pese a que todo está dicho, sabido y consignado en la memoria de cada día de traición. 
Ya sé que es difícil pasar de la pasividad del voto mercenario a la tensión social que ponga contra las cuerdas al poder. Pero también se que presionar a través de cualquier organización política es alimentar el ensimismamiento burocrático que las preside. Solo queda entonces reconvertirnos en activos ciudadanos para hablar de tu a tu a los profetas, a los financieros, a los políticos del sistema, a los magnates salchicheros y a esos capitanes de empresa de dientes afilados. Y es que, como afirmó Vázquez Montalbán “Para salir del círculo vicioso de una izquierda que se muerde la cola no queda hoy otro recurso que la presión de una ciudadanía a la vez crítica y consciente que vaya de la pasividad del voto a la actividad de la presión social”. Lo dijo en 1999. Ya ven, todo un visionario. 

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