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Efecto boomerang



 
    Los integrantes de la convocatoria de la manifestación del sábado 11 de enero en Bilbo (J. M. Martínez)


Poco a poco, gota a gota, el fascismo social y político del PP,  protegido y amparado por una democracia autoritaria,  insiste en su proyecto totalizador inculcando derechos básicos de ciudadanía. Y lo hace  en nombre de supuestas amenazas que solo tienen fundamento en la intransigencia y en la falta de sentido democrático de jueces, fiscales, parlamentarios y medios de comunicación envenenados por la venganza y la añoranza de unos tiempos en los que ETA era  el sustento de muchos que comieron caliente gracias al pecado que decían condenar.
Prohibir la manifestación de mañana sábado 11 de enero que  Tantaz Tanta había convocado a favor de los presos de ETA,  ha generado un espectacular movimiento político en Euskadi. El Juez Velasco prohibiendo esa manifestación ha estimulado un vuelco en las relaciones políticas en Euskadi que pueden afectar seriamente al propio gobierno del PP. Es el precio de prohibir sin medir las consecuencias. O lo que es lo mismo, ignorar que los prohibidos tienen una enorme fuerza de seducción y sedición.  De tal forma que los nacionalismos periféricos en Euskadi y Cataluña pueden lograr –dada la actual estrategia política del PP- mayorías sociales y naturales en torno a propuestas básicas de participación y que en un futuro puedan configurar otras mayorías electorales  absolutas con las consecuencias que ello puede tener para el conjunto del Estado y la propia evolución del actual estado de autonomías.
Que el PNV y la izquierda abertzale, con el apoyo de sindicatos,  la izquierda social y otros nacionalismos más moderados,  se unan en torno a un  nueva convocatoria para mañana sábado en La Casilla de Bilbao a las 6 de la tarde  es algo excepcional. Porque si bien se puede haber coincido  en propuestas de gobierno, en esta ocasión concurrir en la calle es insólito. Pero más aun, es trascendental. Y por ello el PP debería estar atento a las consecuencias. Como también el socialismo centrista que se queda sin centro y sin escenarios de influencia y participación. Un nuevo tiempo parece comenzar. Y no precisamente porque el PP lo quiera, sino porque  su incapacidad  política y su torpeza satánica definida por su venalidad intrínseca lo hace posible.


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