¿Qué me dicen, eh, qué me dicen? Mola el cartel, ¿A que sí? Fijense bien en lo de 1 de cada 3 quiere tocarte, déjate. Que de esto va el tema, de tocamientos encubiertos revestidos de juegos de azar, que no es lo mismo que juegos sexuales. Aunque en el fondo eso pretenden los linces creadores de la publicidad que les presento. Pues bien, así se las gastan en Loterías y Apuestas del Estado. Para que luego digan que el Gobierno no piensa. El cartel ya ha sido retirado por machista, sexista y no se cuantas cosas más. La iniciativa de la denuncia ha corrido a cargo de la Fundación Mujeres. No me extraña que quien ha difundido la campaña publicitaria del sorteo del Turista, del próximo 7 de septiembre, se las gaste así. Yo no creo que sea una torpeza, como tratan de excusar a los loteros del Estado, responsables últimos de la metedura de pata. Yo creo que esta gente que nos gobierna y sus acólitos por todas las dependencias estatales y canonjías provinciales, son así: fascistas declarados, machistas sin remisión, violentos hasta la médula, intolerantes sin tapujos, asesinos encubiertos -recuerden al alcalde gallego del PP que justificó los asesinatos de Franco- y agresivos por naturaleza. No se fueron, nunca se fueron. A lo sumo, cuando se fueron lo hicieron para afilar los cuchillos.
Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
Comentarios
Publicar un comentario