Migrantes en La Bestia. Foto: Albergue de los Hermanos del Camino Ahí donde los ven, van camino de la muerte. Muchos lo saben, pero no les importa. Se arriesgan antes que morir a manos de narcos, traficantes, policías, militares o gentes del orden y el desorden en sus países, en Honduras y Salvador. Van camino de los USA en este chisme destartalado que transporta chatarra. Pero no les importa porque ellos se sienten peor que la chatarra y a un precio más bajo. La prensa occidental, El País y algunos medios más, hablaban de nueve muertos el domingo por descarrilamiento. Todavía no se han enterado que La Bestia lleva miles de muertos bajo sus railes. Y lleva años ejecutando a sus pasajeros. Porque es un tren hacia la muerte. Miles de emigrantes han sido asesinados en México y otros miles han muerto al caer de La Bestia. Los expertos estiman que 70.000 están enterrados en este "corredor de la muerte". La prensa occidental se hace eco ahora, en verano, cuando escasean las noticias. Lean El Faro, http://www.elfaro.net/ y se encontrarán con la verdad desnuda de Centroamérica. |
Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos, y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de
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