Sábado, el sol decide ponerse de gala en esta Pampliruña acostumbrada al gris Ramplona, y la gente bulle de placer y se lanza a la calle en un intento de poseer y ser poseída por el astro sol. Pareciera que la crisis, la perversidad de un gobierno, el nuestro, el foral navarro, apostólico y romano, no nos importara.Como si no fuéramos súbditos de una presidenta a la que la honradez le ha jugado una mala pasada desde que gobierna esta Comunidad de impunes políticos. El sol irradia sin piedad un inmenso furor por vivir. Y ello es suficiente para dejar al margen el miedo al presente.
Decido irme a la librería Auzolan, recién inaugurada en Pamplona. Bueno, remozada y ajustada a tiempos de crisis, esa que siempre ha estado en la calle san Gregorio, en pleno casco viejo pamplonés. Y allí me encuentro con dos conocidos, su dueño y otro colega de sesudas reflexiones. Libros, libros y más libros, pasiones, reflexiones, ideas a borbotones, y por encima de todo unas inmensas ganas de vivir. Como si la literatura nos sirviera como tabla de salvación. Nos alejara de todo diagnóstico y pronóstico. Hacía dos horas, había dejado a una amiga con una terrible enfermedad. Pero también con unas inmensas ganas de vivir. Y me revuelve estar leyendo el último libro de Marc Augé, Futuro. Vuelvo a casa y creo que, esta gente que conozco y la que no conozco, no se merece este gobierno, no se merece este presente. Como si toda esa fuerza por vivir no pudiera ser hipotecada por una casta política que, al margen de corrupta, es también analfabeta.
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