Ir al contenido principal

Realidad o ficción


Una serie estadounidense de TV, Homeland, inspirada en la serie israelí Hatufim (Secuestrado) creada por Gideon Raff, arrasa en USA, pero también en este reino de España arrasado por la incontinencia de los banqueros y políticos corruptos que practican economía de la verdad. La serie se emite por La Cuatro y no va de banqueros.  Tras ocho años como prisionero de Al-Qaeda, sufriendo todo tipo de torturas, e incluso obligado a matar a un compañero, el marine Nicholas Brody es liberado por tropas estadounidenses. Y regresa  a casa como un héroe, pero Carrie Mathison, una agente de la CIA, duda de él, desde el primer momento ¿Por qué no le han matado como a sus compañeros? A partir de aquí la serie se enloquece con un guión asombroso. Los buenos son los malos y los malos son los buenos, la CIA es una banda de asesinos en serie en Irak, cosa que ya sabíamos,  y los musulmanes de Al-Qaeda gente de buen corazón y con una lógica de comportamiento aplastante, cosa que también se encargan de vendernos algunos.
El otro día se produjo un asesinato en Londres a manos de dos supuestos miembros de Al-Qaeda. Lo asombroso de este crimen fue su dimensión mediática. Los supuestos asesinos querían ser filmados, trascendidos, más allá de su posible muerte. Filmados mientras morían o filmados mientras mataban trascendiendo su comunión con Alá, rompiendo las barreras entre la realidad y la ficción.
Realidad que se confunde con la ficción cuando uno de los supuestos asesinos del soldado británico se parece de manera asombrosa a uno de los soldados norteamericanos, convertidos al Islam y militante de Al-Qaeda, de la serie Homeland. Que también mata en la serie y casi en serie a sus propios compatriotas. Incluso viste como él. ¿Ha visto la serie este supuesto asesino?  

Comentarios

Entradas populares de este blog

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorados de

Mario Gaviria, de trago largo y coito corto

Mario en 1998 un café de Madrid, con 60 años. Foto: Miguel Gener Quizás, para mucha gente, Mario Gaviria, fue un desconocido. Ese ribero de Cortes, sociólogo para mas señas y arquero del primer ecologismo navarro, falleció el pasado sábado a punto de llegar a los 80. Él cumplió con aquello de no ser profeta en su tierra. Quizás no supo tomar las precauciones necesarias para ser un mal comprendido. Y es que mientras el viejo régimen de UPN gobernó esta Comunidad, este alumno de Henry Lefevre, antiguo consultor de las Naciones Unidas en África, autor de 40 libros y Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, fue sistemáticamente invisibilizado. Quizás por eso miró a Zaragoza, donde trabajó intensamente en proyectos urbanísticos y medioambientales como la traída del agua del Pirineo para abastecer la ciudad o el diseño del barrio de viviendas sociales y ecológicas del Parque Goya. Mientras tanto,   aquí se le negaba el reconocimiento que él nunca buscó. Hasta que en 2006, el Colegio d

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Roda de Ter pero que t