Ir al contenido principal

Con el perdón no basta




Cuando hacemos de la ética y el honor bandera pasan estas cosas. Cuando apelamos a la moral, la ajena por supuesto, ocurre lo que ocurre. Cuando nuestra moral está por encima de toda sospecha, la sospecha se convierte en un dardo afilado que penetra suavemente en nuestra intimidad más bastarda. Destrozándola. Cuando son los demás, siempre los demás, los que deben saldar sus cuentas con el presente, incluso con el pasado, blindamos nuestra privacidad contra las inclemencias del tiempo. Aunque tengamos un alma construida con materiales de derribo. Porque son ellos, los calumniadores, los maliciosos, los insidiosos, siempre los otros,  los que deben rendir cuentas ante los demás. Ser éticos y leales. No yo. Ocurre que cierta gente, mucha gente, en este país de bastardos de contrastada  incorrección democrática,  dan lecciones de integridad para pobres. Gentes de misa, comunión, incluso confesión diaria, cuyo doble fondo moral de la bragueta usan como profiláctico ante su fangoso presente.
Nuestra Presidenta ha pedido perdón. Ya saben, por las primas de CAN. Pero con el perdón no vale. Y aunque se arrepienta, no vale. Le voy a devolver un argumento que sé, me lo devolverá envuelto en ira. Porque me dirá, que no soy equidistante. Ni justo, y hasta maligno. Que lo hago interesadamente. No. De verdad que no. Usted me lo ha puesto fácil. Porque esto es un asunto de ética y de moral. Algo que nos concierne a usted y a mi.
Usted, y muchos como usted han dicho mil veces, por activa y por pasiva, que a ETA no le basta con pedir perdón por sus actos de terror.  Que no basta con el arrepentimiento. Que las víctimas exigen compensación. Más aún, que deben entregar las armas y devolver la dignidad a quienes  les han robado un ser querido. Y yo, en parte, estoy con usted. De verdad. Sé que dirá que el ejemplo, porque usted sabe por donde voy a ir, no es comparable. Y hasta odioso. Que una cosa es la sangre y otra el color del dinero. No lo tengo tan claro si de moral se trata a la hora de juzgar nuestros actos más íntimos.
            Por eso, a usted tampoco le bastaría con pedir perdón. Debe entregar lo indebidamente apropiado. Aunque ese dinero haya sido de curso legal.  Arrepentirse sí, pero  ponerse a disposición de las víctimas. Es decir, de todos los contribuyentes y la ciudadanía que ha confiado en usted. No vale blindarse en que eso, usted ya me entiende,  era lo normal, o que era lo comúnmente aceptado. Por sabido y permitido. No vale. Eso no es un eximente. Porque en este matadero social, cruzarse de brazos o sacar la espada, no pueden ser gestos igualmente vanos. Usted no puede enfrentarse a esta situación bajo la mediocridad de sus argumentos  indoloros. No puede. Se lo pide hasta ese albañil seismileurista en quien usted se ha refugiado como argumento de autoprotección  y  que hoy está en el paro.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Miquel Marti i Pol

Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán.  Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por   su dramática   soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana.   Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...

Vila-Matas no invita a la lógica

Vila-Matas es un tipo desconcertante. Pretende desaparecer, hacerse invisible, pero no lo consigue. y mira que ha insistido en ello. Pero lejos de ello, se hace más presente. Y  es que  esa desaparición pasa por la propia transformación de su mundo literario. Por el vaciado de su propia materia prima textual. VM ha iniciado, creo,   la última parte de su carrera de fondo  literaria con su ultima aportación. Y espero que tenga su recompensa. Para algunos críticos, VM es un escritor escorado a ninguna parte, excepto hacia su propio mundo interior, eso sí,  sin llegar a ser un pedante del lirismo estético individualista. Otros, alguno de mi provinciana ciudad sanferminera, le achacan de postmoderno colaboracionista de la fatuidad de la literatura sin compromiso. Nada más lejos después de leer su última novela. Si es que es novela. Tras la lectura de esta obra, me siento más vilamatiano que nunca. Por una razón muy simple. Este tipo me habla al oído, susurra c...

El circo de Lodosa

Hay muertos que no buscan a sus asesinos. Ni siquiera se buscan a sí mismos. Solo quieren saber si queda alguien que les eche en falta. Porque hay muertos que no son de nadie. Son los más amargos. Porque siguen sin morir del todo. Ocurrió en Lodosa. En La Plazuela. Eran la seis de la tarde del 18 de julio de 1936. La plaza olía a circo. Pero también a sangre y a moscas. Algunos ya sabían que el futuro se acababa allí. A esa hora. Otros prefirieron buscar dónde matar el calor de una tarde sangrienta. Y allí estaba el circo para sonreírle a un verano bastardo: el Circo Anastasini. Un circo procedente de Ceuta regentado por un italiano, Aristide Anastasini. En el circo había un elefante viejo y caballos y payasos,   y una niña amazona llamada Joana que cabalgaba un corcel blanco que giraba alrededor de un destino negro. Y había moros y negros y malabaristas de Madrid y payasos italianos y magos y funambulistas franceses del protectorado español de Marruecos. Cincuenta enamorado...