Slavoj Zizek
es un tipo incómodo. Por la derecha y por la izquierda. Lo ves y parece un
albañil recién salido de la hormigonera, o un peón de obra después del turno de
las 10. Pero su aspecto no parece importarle, más bien lo usa como complemento
para presentarse como un rompedor de las formas y un deconstructor del
pensamiento. Se instala a veces en la marginalidad formal, sabiendo que está a
años luz de muchos filósofos de la academia. Zizek viene a suplir a algunos
popes de la filosofía, a Derrida a Rorty o a Habermas, por citar algunos. El
poder mediático no le hace el caso que a Henry-Levy, pero sus razonamientos son
tan deslumbrantes, tan poderosos, tan absolutamente inquietantes, que urge
leerlo en este mar de nubes negras.
Este
libro nos introduce en los pilares de este intelectual marxista, lacaniano,
leninista y hasta cierto punto un ácrata incómodo al que resulta difícil ubicar
en el pensamiento contemporáneo.
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