Ahora, en tiempo de carnaval, Jorge Amado vuelve a hacerse imprescindible. El pasado año, pasó sin pena ni gloria para él. Había nacido en 1912, en Itabuna, Bahía (Brasil) y muerto en Salvador de Bahía en 2001, pero su centenario apenas concitó la pasión que él le puso a la vida. Fue un tipo intenso, vividor, militante del partido comunista brasileño, abogado y diputado en 1945. Vivió cárcel y exilio pero también desengaños. Abandono el partido en los años sesenta pero nunca olvidó dónde había nacido y para qué. Leer su obra es más que recorrer un país, más que una región, Bahía, o más que reconocer a sus paisanos en plena bacanal de caipirinhas, playas o carnavales. Voy a leer, de nuevo, El país del carnaval. Porque este país va camino de ser un carnaval perpetuo que sus políticos construyen cada día.
Hace 15 años escribí este artículo en Noticias de Navarra. Hoy hace 15 años de la muerte de este inmenso poeta catalán. Mientras algunos políticos analfabetos se enriquecen por el morro, mueren los poetas. A uno el cuerpo le pide mandarle a ese tal Galipienzo uno de los poemas de Miquel Martí i Pol, el poeta-obrero catalán muerto el martes pasado. Pero hay algunos hombres tan necios que si una sola idea surgiese de su cerebro, ésta se suicidaría abatida por su dramática soledad. Por eso prefiero seguir leyendo a este inmenso poeta que se ha ido en busca de un mundo donde reconstruir sus utopías. Miquel Martí i Pol fue una de las voces emblemáticas de la poesía catalana y un referente imprescindible de la identidad catalana. Un escritor de enorme carga emocional, un hombre que construía versos con los que se jugaba la vida en cada instante. Un obrero de toda la vida que empezó a trabajar a los catorce años en una fábrica de Rod...
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