…y yo no quiero callarme, como clamó La Polla Records hace años. No quiero callarme porque callarme es consignar bastardamente al enemigo. A ese enemigo que saca músculo, que se hace fuerte, que carasolea impune en Vistalegre. Y también aquí, entre nosotros, en esta Pamplona de toda la vida. Porque el viejo fascismo no ha muerto, porque nunca se fue. Y si lo hizo fue para afilar los cuchillos. Porque callar es acogotarse ante un tiempo que ha puesto cuchillas a la mirada, la escritura y el pensamiento, de palabra, obra y omisión. Un tiempo vuelto de revés que amenaza a pobres, inmigrantes, precarios, locos, titiriteros y artistas díscolos. Un tiempo que ha resucitado a los escitas, ese pueblo que tenía la costumbre de arrancarle los ojos al cínico para mejorarle la vista. Clemente Bernad y Carolina Martínez son dos artistas culturales incómodos, nada complacientes que, en aras de la libertad de expresión y artística, han tensado en no pocas ocasiones el arco estético y a
El blog de Paco Roda