Lean a esta mujer. Háganlo para salir del armario o para destrozarlo con lágrimas en los ojos. Lean a Alana S. Portero como se lee a Genet, a Paul Preciado o a Valle Inclán. Con la tensión crujiendo tras cada salto de página, con la angustia que se siente cuando tienes un anzuelo atravesándote la garganta, con el dolor que se siente cuando una motosierra te trepana el cerebro. Porque todo eso nos pasa cuando leemos “La mala costumbre” . Porque esta novela autoficcionada es un descenso a los infiernos donde el dolor no tiene tregua. Pero también es una búsqueda incesante de ese cuerpo ajeno, extraño, propio y común que siente una rabia seca tras llegar al fin de la noche sin regalo alguno. Pedro Almodóvar recomienda leer esta novela para “hacerse una idea de cuánto sufrimiento, cuanto dolor, cuánto riesgo hay en el hecho de nacer en un cuerpo equivocado”. Yo creo que Almodóvar se equivoca. Pues no hay cuerpos equivocados. Hay sociedades, ideas, conceptos, ficciones equivocadas. Por
Martín Zabalza, director de Memoria y Convivencia ha utilizado el libro “Mentiras Monumentales, la guerra cultural sobre el pasado”, de Robert Bevan, como coartada argumental para justificar su posición frente a lo que él denomina “Proceso de Resignificación y Desconmemoración” de los Caídos. Se trata de un libro que se empieza a leer con pasión pero acaba en desilusión. Escrito por un autor crítico, sí, pero atrapado en la evitación del conflicto abierto entre memoria e historia. Y eso le pasa, creo, a Martín Zabalza. Que encuentra un arsenal intelectual a medida de un gobierno timorato para abordar un conflicto de ciudad, que no es fácil, pero que tampoco puede revictimizar y humillar más las víctimas contra las que se levantó. La idea clave de Bevan, que encuentra eco en MZ, es: “ hay que combatir la predominancia de los recuerdos, las emociones y las opiniones, lo que socava el valor de las evidencias físicas a la hora de establecer la verdad sobre un hecho histórico”.